Abrí los ojos y los vi a ellos. Frágiles, débiles; navegaban en una barca por un mar de sufrimiento. Sollozaban, gritaban angustiados, cristalinas gotas de agua corrían por sus mejillas. Sus rostros desencajados mostraban el dolor contenido. La noche era oscura y el cielo rugía cual fiera enfurecida. Las nubes lloraban y la dama niebla bailaba por entre las calles. Las cosas ya no parecían igual; las doce despertó a las campanas, los ciegos contemplaban el desolador paisaje que ante ellos se mostraba, Darwin tomando un café con Torquemada, un socialista dirigía el PSOE, el PP ya no mentía.
El caos lo inundaba todo y todo quedaba sumido en el más profundo de los caos. Algunos veían siete jinetes cabalgando por los cielos y otros simplemente veían su final. El cielo se cubría por una nube de cuerpos en caída libre desde los edificios más altos; eran débiles y frágiles y no lo soportaron, cayeron los primeros. Olas de amargura golpearon en el corazón de miles de personas, demasiados lazos les unían a los primeros, lazos que no eran sino cadenas del logos. Y es que la muerte no es sino una liberación para el que muere y una tragedia para los que sobreviven. Una grieta se abrió en el suelo emanando fuego de las entrañas de
Pero de las sombras una nueva casta se elevó por encima de la oscuridad, no temían a las tinieblas pues llevaban la luz dentro de ellos, eran ellos los Prometeos del siglo XXI, y devolvieron el logos a su legítimo dueño, la humanidad; un nuevo y esperanzador amanecer con el Sol de la razón…
Comienza Prometeo...
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